Este libro es irreverente. La situación no está para reverencias, pero es una irreverencia con cariño y severidad, con respeto por la poco reconocida y agotadora tarea del político serio; es la bofetada calculada que se da al amigo para despertarlo de su letargo, para abrirle los ojos, para verlo reaccionar. Ser buen político es muy difícil y muy respetable. Sin embargo, la política está invadida por las capas menos selectas de la sociedad y ellas marcan el quehacer político con un signo negativo. Debemos rescatar la política para los mejores. Dignificar la política. Sin partidos políticos y organizaciones sociales no hay democracia. Tampoco hay democracia sin gobiernos eficaces y limpios. La causa más profunda de nuestros males está en la baja capacidad de gobierno de nuestros líderes y en la cultura de los partidos políticos que cada vez más parecen clubes electorales. El ciudadano común no cree en la política ni en los políticos. La reducción del Estado a su mínima expresión y la desaparición de los partidos políticos sería la pérdida definitiva de la democracia. Por allí no está el camino. La salida está en revolucionar el estilo de hacer política y el estilo de gobierno, en combinar las ideologías con las ciencias. Como dice Pascal, hay dos extravagancias: excluir la razón e incluir solo la razón. Las ciencias sin ideología son un barbarismo tan peligroso como la ideología sin ciencias. Este ensayo busca el punto de equilibrio en el juicio cuasirracional en al análisis tecnopolítico.
Carlos MatusIsla Negra, agosto de 1996
(Chile, 1931-Venezuela, 1998). Ingeniero Comercial por la Universidad de Chile; Master in Public Administration por la Harvard University, especializado en Alta Dirección y Planificación Estratégica. En Chile fue asesor del Ministerio de Hacienda (1957-1959). En 1960 ingresó a las Naciones Unidas como profesor de la cátedra de Política Económica en los cursos de posgrado en Planificación y Desarrollo dictados por la CEPAL y el ILPES en Santiago, Chile. Fue ministro de Economía y presidente del Banco Central de Chile durante el gobierno del presidente Salvador Allende. Presidente de la Fundación Altadir, organismo pionero en América Latina para el desarrollo de la planificación estratégica y las técnicas de alta dirección.